Cómo afecta el cloro de las piscinas

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La principal herramienta para desinfectar de bacterias y hongos las piscinas, es el cloro. Es importante saber que si nos exponemos durante un largo periodo de tiempo o si la proporción en el agua no es la correcta, puede conllevar serios problemas de salud.

Estamos todos de acuerdo en que, la mejor solución para paliar el calor veraniego, es darse un chapuzón en una piscina, pero puede llegar a ser un problema si no se toman ciertas medidas de seguridad.

El cloro es el producto que más seguridad nos proporciona a la hora de erradicar cualquier microorganismo (bacterias, hongos…) que se puede propagar en el agua de una piscina pública. Sin embargo, hay que tener en cuenta que un uso indebido de este elemento químico, puede llegar a ser muy peligroso, cuando se está demasiado tiempo expuesto a él o si simplemente tragamos un poco al nadar. Las lesiones y consecuencias más comunes que puedes llegar a tener son: irritaciones en la piel y en los ojos, erosión en los dientes y aunque es menos probable, también puede provocar un edema pulmonar.

Es importante reseñar que aunque controlemos a la perfección las medidas del cloro, existen varios componentes que utilizamos de manera cotidiana que puede alterar las características del cloro, como por ejemplo, perfumes, colonias, desodorantes, cremas de protección solar… Por lo que su uso en contacto con el cloro puede dañar la epidermis, resecando y eliminado la protección natural que la piel tiene. Hay que tener en cuenta que el hecho de lavarnos en demasía las manos, simplemente con agua, provoca que la piel se reseque por la diferencia de PH, pues imaginaros que puede ocurrir si añadimos un agente externo en proporciones inadecuadas. Por todo lo que acabamos de comentar, es fundamental el uso de las duchas antes y después de bañarse en una piscina, y si es posible, utilizar gafas para bucear y así evitar tener conjuntivitis.

Si analizamos los compuestos que podemos encontrarnos en una piscina, nos encontraremos con otro derivado del cloro, la cloramina. Su origen viene de la reacción entre los fluidos corporales (saliva, orina, sudor…) y el cloro. Las consecuencias de estar en contacto con ella pueden ser tos, alergias o incluso asma, principalmente en los más pequeños, ya que son los que más tiempo están en el agua y menos controlan sus necesidades fisiológicas.

Por todo ello, se debe tener mucho cuidado cuando estamos expuestos durante un periodo elevado de tiempo con el cloro y con la cloramina, y así evitar que las consecuencias nos arruinen el verano.

Esperamos que os haya sido de ayuda nuestro estudio sobre el cloro. Nuestra intención con este artículo no es asustar, sino informar de que hay que ser precavido con el cloro en las piscinas. Es más los expertos nos indican que siguiendo una sencillas pautas de prevención puedes disfrutar de un chapuzón cuando quieras y así protegerte de los posibles problemas que puede llegar a provocar el cloro y la cloramina.

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