Estaba pensando que ya va siendo hora que hablemos de algún escritor español en este blog. El dudoso honor ha recaído en Ricardo Menéndez Salmón, por su novela La luz es más antigua que el amor. Mendéndez Salmón describe a través de tres pintores (dos ficticios y uno real) y un escritor (un tal Bocanegra, por el que el autor se introduce en la novela) el conflicto que sufre cualquier artista, independientemente del arte que realiza, al desarrollar su tarea frente a la realidad que le acosa y vigila.
El primero de los pintores es Adriano de Robertis, cuya vida trascurre en la Europa medieval tras la Peste Negra. Después de la muerte de su hijo, de Robertis sufre una crisis personal y artística, especialmente al descubrir unos dibujos realizados por él antes de morir y que no tienen nada que ver con los motivos tradicionales de la pintura de la época. Este descrubrimiento lleva al pintor a realizar una obra transgesora y blasfema: Virgen barbuda. La iglesia no tardará en tapar dicha obra y mandar al pintor a un exilio artístico.
A continuación interviene por primera Bocanegra, siendo todavía un estudiante. Semejantes intervenciones se sucederán una vez hayan finalizado las partes de los otros pintores. En las otras dos intervenciones veremos primero a un Bocanegra ya convertido en escritor, a las puerta de escribir La luz es más antigua que el amor y tras morir su esposa, y luego recibiendo el Nobel de literatura en Suecia. Esta última intervención, a parte de cerrar el libro, contiene las claves del mismo: “En aquel libro, el más ambicioso que hasta entonces había concenido, Bocanegra había querido contar a los demás pero tmbién a sí mismo el misterio de la creación, en qué consiste el don y la condena de estar tocado por la pesada mano del arte”.
El segundo pintor que aparece en escena es Mark Rothko. Esta parte es sin lugar a dudas la más interesante por dos motivos. El primero de ellos se debe a que aquí Menédez Salmón novela la vida de una persona real, el famoso pintor letón que emigra a Estados Unidos y que acabará quitándose la vida. El segundo motivo es más formal: el escritor/narrador se dirige directamente al lector de la novela para explicar su proceso creativo. En su proceso destructivo Rothko visita dos veces Italia y sin saberlo se dirige al lugar donde de Robertis pintó su Virgen Barbuda. Aunque nunca llega ver la obra, el pintor adivina que algo terrible pasó en aquel lugar.
Con el último pintor volvemos a la ficción pura y dura. En este caso se trata de un pintor ruso, Semiasin, que se hace famoso por sus obras durante la Segunda Guerra mundial. Tras un enfrentamiento con el propio Stalin, el pintor emigrará aunque más tarde en la locura, acabando recluído en un sanatorio por haberse comido sus propios cuadros. El motivo principal de esta parte es una carta que el pintor dirige a su cuñado desde el centro el mismo día que el mundo asiste estupefacto a la caída de las Torres Gemelas. A través de esta carta también asistimos al descubrimiento de este pintor de la obra que ha permanecido oculta durante varios siglos a los ojos de la Humanidad
En conjunto, una novela compleja en el buen sentido de la palabra. El lenguaje es de una belleza exquisita. Sospecho que este libro se trata de un exorcismo para el autor, pero que ha conseguido en el camino cambiar un poco el panorama literario español con algo completamente nuevo y diferente. Esperemos que Menéndez Salmón siga experimentando en el futuro.