La movilidad posterior a la Covid, entre lo digital y la sostenibilidad

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El transporte privado sigue siendo la forma de movilidad más segura en esta etapa, en detrimento de los promotores de los patinetes eléctricos 

Es difícil tener una idea clara de cómo evolucionará el mundo del motor en los próximos meses. Hay muchas (demasiadas) variables en juego, desde la posible introducción de ecobonos para incentivar la compra de vehículos eléctricos, híbridos o de bajas emisiones, hasta la gran incertidumbre que pesa sobre los consumidores en relación con la evolución de la pandemia.

Además de ser uno de los fenómenos de consumo mundial de mayor crecimiento en la memoria, los patinetes electrónicos son bastantes controvertidos. Y aunque algunas ciudades han puesto freno a su proliferación, los líderes de la industria tienen un valor de miles de millones de euros, por lo que la financiación sigue fluyendo sin cesar. 

El uso de patinetes compartidos constituye una paradoja y un enigma. Algunos críticos lo consideran otro sector sobrevalorado y auguran, tarde o temprano, grandes pérdidas. Pero la realidad es que la economía de estos patinetes ha mejorado significativamente, al menos en tiempos anteriores al coronavirus, y las empresas están innovando agresivamente para superar las limitaciones operacionales. 

Las empresas también están colaborando con los reguladores de manera mucho más proactiva que en el pasado. Está más claro que nunca que las soluciones de micromovilidad no son una moda pasajera; en un paisaje urbano cada vez más congestionado y contaminado, las ciudades las necesitan urgentemente, como lo demuestra su presencia en unas 350 ciudades de todo el mundo. Lo previsible es que, con permiso de la pandemia, se produzca una mayor
expansión. 

Es difícil desentrañar la dinámica de este mercado vertiginoso y aún en desarrollo. ¿Cuáles son las perspectivas de la industria en esta coyuntura tan difícil? ¿Cómo es el panorama económico a largo plazo del sector? ¿Dónde es más probable que los operadores logren afianzarse? ¿Cómo se desarrollará el mercado y qué deben hacer los operadores para sobrevivir y prosperar? Y lo que es más importante, ¿cómo pueden las empresas de patinetes eléctricos y los responsables de las ciudades seguir colaborando para hacer que sean una solución de micromovilidad viable en tiempos de coronavirus y en la llamada “nueva normalidad”? La experiencia actual en los Estados Unidos y Europa, las dos regiones más desarrolladas, arroja luz sobre estas cuestiones.

LA ECONOMÍA SE PRESENTABA MUCHO MÁS PROMETEDORA ANTES DE LA CRISIS

Los patinetes eléctricos comenzaron en desventaja. La primera generación de estos patinetes, que debutó en las ciudades en el otoño de 2017, tenían una vida útil de solo dos o tres meses, lo que hizo que lograr la rentabilidad fuera todo un reto, si no imposible. Sin embargo, como esperaban los operadores de flotas y los capitalistas de riesgo, los patinetes de segunda generación, diseñados conjuntamente con los fabricantes para aumentar su resistencia y vida útil, son mucho más duraderos y tienen una duración de 12 a 24 meses de uso en la flota. Además de ser más resistentes,
los nuevos patinetes son más potentes y tienen una mayor variedad de componentes inteligentes, como los sensores. Las baterías intercambiables también están ganando terreno, especialmente en Europa: la empresa berlinesa
Tier Mobility, por ejemplo, tiene previsto sustituir toda su flota por patinetes impulsados por baterías reemplazables para mediados de 2020. En consecuencia, unos cuantos líderes de la industria han logrado obtener ganancias tanto en el ámbito urbano como en el regional. Se están introduciendo mejoras más importantes, como la capacidad de aparcamiento automático y la reubicación autónoma (esta última evita la necesidad de que los trabajadores muevan los
patinetes por la ciudad en furgonetas. Estas mejoras también contribuyen en gran medida a cumplir la promesa de sostenibilidad ambiental del escúter eléctrico.

EL COCHE PRIVADO ESTÁ DE NUEVO EN EL PUNTO DE MIRA

En pleno confinamiento y durante la desescalada se habló de «nueva» movilidad, de acelerar el proceso de innovación tecnológica en el sector automovilístico para satisfacer las necesidades cambiantes de las personas (especialmente en el ámbito urbano). El coche autónomo ha vuelto al centro del debate, pero aún pasarán años antes de que veamos las calles repletas de vehículos sin conductor. La «experiencia de usuario» de los consumidores, por su parte, parece haber cambiado. Y bastante. Desde el comienzo de la segunda fase de la emergencia, como confirman los datos de seguimiento de la Covid-19, el recurso al vehículo privado ha seguido siendo elevado, muchos más ciudadanos han buscado información en línea en las páginas web dedicadas al sector de la automoción y el 50 % de los automovilistas
dijeron que considerarían (si es posible) la idea de comprar uno nuevo en Internet, lo que pone de relieve una creciente preferencia por los vehículos de motor híbridos y una clara desafección hacia el diésel. Por consiguiente, el propio automóvil vuelve a ser (para muchos) el principal medio de transporte y un español de cada tres está dispuesto a aumentar su uso respecto al pasado reciente, antes del brote de la pandemia de coronavirus.

LA COMPETENCIA DE LOS PATINETES

El automovilista postpandémico, como observan los expertos, es un cliente con nuevas expectativas y nuevos hábitos, y esta evolución entraña una complejidad que deben comprender y estudiar los fabricantes de automóviles en primer lugar. También porque, en la movilidad de la ciudad post-Covid, otros vehículos serán protagonistas, como los patinetes eléctricos citados anteriormente. Su penetración supera hoy en día las 350 ciudades de todo el mundo y su mercado potencial se estima en 30 000 millones de dólares entre Europa y los Estados Unidos. Los patinetes eléctricos también serán un fenómeno con una alta capacidad de innovación (sensores, conectividad, baterías), pero siguen viéndose afectados por una regulación que sin duda no va en la dirección de la seguridad de las personas, al menos en España.

Parece que, en cualquier caso, el coche particular tendrá un peso decisivo en próximas fechas. Y ante la eventualidad de perder las llaves en el momento menos pensado, lo más recomendable es disponer de una copia de llaves de coche de repuesto en todo momento. Para ello, nada mejor que acudir a profesionales como Low-cost Key, donde proporcionan la llave de repuesto y se encargan tanto de la codificación como del mecanizado.

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